Tomás de
Iriarte conocido por sus Fábulas
literarias, consideradas de mayor calidad poética que las de Félix María
Samaniego y donde abunda un elemento muy raro en este tipo de composiciones, la
originalidad, también en los aspectos formales, ya que ensaya gran número de
estrofas y versos que se adaptan curiosamente a los temas tratados en ellas,
haciendo alarde de un gran dominio de la versificación. Muchas de sus fábulas incluyen alusiones a literatos
de la época y en el prólogo reivindica ser el primer español en introducir el
género, pasando por alto las contribuciones de su enemigo Samaniego.
Fábula de Tomás de Iriarte
El buey y la cigarra
Arando estaba el buey, y a poco trecho,
la cigarra, cantando, le decía:
¡Ay!, ¡ay! ¡Qué surco tan torcido has hecho!
Pero él la respondió: Señora mía,
si no estuviera lo demás derecho,
usted no conociera lo torcido.
Calle, pues, la haragana reparona;
que a mi amo sirvo bien, y él me perdona,
entre tantos aciertos, un descuido.
Moraleja:
El buey y la cigarra
Arando estaba el buey, y a poco trecho,
la cigarra, cantando, le decía:
¡Ay!, ¡ay! ¡Qué surco tan torcido has hecho!
Pero él la respondió: Señora mía,
si no estuviera lo demás derecho,
usted no conociera lo torcido.
Calle, pues, la haragana reparona;
que a mi amo sirvo bien, y él me perdona,
entre tantos aciertos, un descuido.
Moraleja:
¡Miren quién hizo a quién cargo tan fútil!
Una cigarra al animal más útil.
Mas ¿si me habrá entendido
el que a tachar se atreve
en obras grandes un defecto leve?
Una cigarra al animal más útil.
Mas ¿si me habrá entendido
el que a tachar se atreve
en obras grandes un defecto leve?
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